Día de elecciones en EEUU. Solo hace falta echar un vistazo a la ciudad de Washington para darse cuenta de que no hablamos de una cita electoral cualquiera en EEUU. Con la capital del país bajo unas medidas de seguridad extremas ante la previsión de disturbios, los norteamericanos deciden en el día de hoy su futuro, y de paso el del resto del mundo.
Sumidos en el caos sanitario de una gestión cuando menos discutible de la pandemia de Covid-19, los electores hoy deben escoger las políticas que guiarán sus vidas en los próximos cuatro años. Los candidatos, dos septuagenarios con gran experiencia ya en política, han luchado a cara de perro por cada voto en liza durante la campaña. El candidato demócrata Biden, con un perfil mucho más templado, ha tenido que lidiar con los insultos y exabruptos de un Trump que sabe como nadie moverse en el fango y enfervorizar a sus seguidores.
Precisamente eso, el exceso de testosterona, es lo que se puede palpar en el ambiente en todo el territorio de los EEUU. Partidarios de unos y otros han amenazado con llegar a más que palabras si Trump impugnara los resultados de las elecciones, como ya ha avisado que hará en caso de no ganar. Los seguidores más radicales demócratas están preparados incluso a empuñar las armas para defender la limpieza de los comicios; y es que en un país donde las armas son » cosas de andar por casa», es un riesgo cierto que existan milicias de ambos bandos dispuestas a que esta noche puede marcar un antes y un después en la historia de este país.
Nunca antes se había visto este nivel de tensión en la sociedad. Republicanos contra demócratas, republicanos contra republicanos, negros contra blancos, los latinos divididos entre Trump y Biden… una bomba de relojería. Y el Covid-19 danzando a sus anchas.
Las encuestas dan como favorito a Biden, aunque Trump había rebajado la distancia en los últimos días. Mucha incertidumbre en unos resultados en los que tendrá mucho que decir también el récord de voto por correo. La noche electoral promete.