Formentera inicia el día con un cautivador amanecer en los acantilados del faro de la Mola, y lo despide con espectaculares puestas de sol desde su otro faro, Cap de Barbaria. A lo largo del día, la mágica luz del Mediterráneo ilumina sus 69 km de litoral. La isla ofrece playas para todos los gustos.
Al norte, la salvaje y solitaria Cavall d’en Borras, antesala de Ses Illetes, siempre entre las mejores del mundo. Está en una estrecha lengua de tierra -península de Es Trucadors- ocupando la zona de poniente y dejando la opuesta a la playa de Llevant. En la costa occidental, entre acantilados bajos, está Cala Saona. Al norte, Es Pujols, Sa Roqueta y Ses Platjetes. Y al sur, Migjorn, un arenal, con 5 km de playas y calas con zonas rocosas intercaladas.
Sus pueblos son la mejor muestra de la esencia y la tradición de sus gentes. La Savina es su puerta de entrada marítima, con dos puertos, el pesquero y el deportivo. Sant Francesc, la capital, atesora un genuino centro histórico en el que destaca su iglesia-fortaleza, del siglo XVIII. Sant Ferran conserva su aire bohemio. Es Pujols aglutina la mayor parte de la oferta hotelera y de ocio. Es Caló de Sant Agustí conserva su fotogénica imagen de puerto de pescadores, con sus vetustos varaderos. Y El Pilar de la Mola acoge el más famoso mercado artesanal de la isla.
Otro lujo natural de Formentera son las rutas a caballo. Hay dos que parten del Centro Hípico ubicado entre La Savina y San Francesc, la capital. La corta (una hora) bordea el Estany del Peix; la larga (dos horas) llega a cala Saona. Otra opción es perderse por sus rutas senderistas. Un centenar de kilómetros de caminos entrelazados que hacen de Formentera el escenario perfecto para pasear o pedalear descubriendo sus paisajes. Destaca la ruta de Es Caló-El Pilar de la Mola, que transcurre por el Cami de Sa Pujada, con un espectacular mirador; o la ruta de Es Cap-Torrent de S’Alga, que permite admirar uno de los lugares menos conocidos, con varaderos bien conservados y sabinas donde cuelgan a secar el ‘peix sec’, uno de los productos gastro más típicos de la isla.
O tal vez una ruta de birding, un itinerario ornitológico por el Camí des Brolls, en el que poder observar las más de 200 especies de aves migratorias, acuáticas y marinas censadas. La atmósfera serena de Formentera la convierte en el destino perfecto para desconectar del estrés de la vida cotidiana. Con una mentalidad enfocada en el bienestar, la isla ofrece numerosas opciones para rejuvenecer el cuerpo y la mente. Desde retiros de yoga en la playa hasta spas de lujo con tratamientos rejuvenecedores, Formentera brinda un espacio para reconectar consigo mismo y encontrar la paz interior.