miércoles, septiembre 4, 2024
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La conquista del Polo Sur; Roald Amundsen

Esta semana se conmemora la llegada del hombre al Polo Sur ( 14 de diciembre de 1911 ). Recordemos como fue esa aventura en la que se dejaron la vida otros exploradores y que supuso un hito en la historia de la humanidad.

El siglo XX no se puede revisar sin analizarlo como una gran y permanente “competición” entre potencias. Desde sus inicios y basándose en el férreo sentimiento nacionalista que dominó el mundo, pasando por las guerras mundiales y finalmente en la Guerra Fría, los países lucharon por tener su relevancia en la conquista y dominio de los territorios. Los avances en materia de transporte ayudaron a desarrollar y ejecutar las estrategias necesarias para descubrir “nuevos mundos perdidos”.

Así las cosas, las dos zonas más anheladas por los descubridores eran, a su vez, las más inhóspitas y peligrosas: El Polo Norte y el Polo Sur.

Nuestro protagonista, Roald Amundsen, en realidad se preparaba para conquistar el Polo Norte. De hecho realizó una intensa campaña para conseguir apoyos en su país, Noruega. Tras conseguir financiación y con todo listo, llegó la noticia de que el estadounidense Robert Peary lo había conseguido ( hecho que hoy en día se pone en duda ). Se habían adelantado. Era el 6 de abril de 1909.

Amundsen, lejos de abatirse, decidió que su cita con la historia estaría entonces en el otro extremo del mundo: La Antártida. Junto a 5 colaboradores, un año después de recibir tan duro golpe, ya estaba partiendo hacia su nuevo objetivo. Todo se mantuvo en secreto, ya que se sabía que otros expedicionarios estaban preparando el mismo viaje.  Sus años de preparación en Canadá, en condiciones absolutamente inhumanas, le sirvieron para convertirse en un hombre con las cosas muy claras, resistencia y con un tesón a toda prueba.

El primer paso fue establecer la base de la expedición, que tuvo lugar en la Bahía de las Ballenas. Tras numerosos problemas iniciales, que pusieron en jaque el éxito del viaje, consiguieron partir hacia su objetivo. Si de por si las condiciones eran adversas, aún lo hacía más el hecho de saber que otro explorador, el británico Robert Falcon Scott, les pisaba los talones con su equipo. Era una carrera y el camino a seguir era un “infierno” helado.

Tras pasar por glaciares y la Meseta Antártica, llegaron a su objetivo. Parte de la gloria se la deben a sus perros, que se esmeraron tirando de sus trineos para no ser alcanzados por sus perseguidores. Robert Scott, también alcanzó el objetivo 34 días más tarde, pero murió en su regreso. Este hecho consternó a la sociedad de la época, llegando incluso a restar protagonismo al ganador de tan macabra “competición”.

Con el paso del tiempo, ambos han tenido su reconocimiento conjunto, dándole nombre a la estación de investigación científica ubicada en el Polo Sur.

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