Habitualmente solemos escuchar frases como “trabajo demasiadas horas”, “no tengo tiempo para nada” o “ vivo en la oficina “. Estas expresiones tan comunes solemos identificarlas con personas muy trabajadoras y profesionales que viven por y para su trabajo, pero no es oro todo lo que brilla.
Según estudios recientes, España está a la cabeza de horas trabajadas, pero a la cola de los países europeos cuando nos referimos a eficiencia y productividad. Es importante diferenciar ambos conceptos, ya que estar muchas horas en el puesto de trabajo no parece garantizar que se saque toda la tarea del día. Los españoles, según los datos extraídos, son personas muy sociables que aprovechan cualquier ámbito de la vida para estrechar lazos con el prójimo, y en el trabajo eso es a costa de hacer más horas de las que realmente son necesarias.
Las costumbres son otro hándicap en este sentido. No son pocos los que “se echan una cabezadita” después de comer si tienen su vivienda cerca. Nuestra famosa siesta es otra razón por la cual salimos tan tarde del trabajo cada día. Comidas que se alargan con café, puro y copa ralentizan la productividad de nuestros empleados. Es evidente que el español no se organiza de una forma correcta y eficiente.
A todas estas costumbres ahora hay que añadirle nuevas distracciones relacionadas con las nuevas tecnologías. Los móviles, por ejemplo, son consultados una media de 4 o 5 veces a la hora por un tercio de los trabajadores; y es que el WhatsApp llega a ser una cuestión casi adictiva para muchos. El porcentaje aumenta y es aún mayor problema cuando hablamos de las redes sociales. Aproximadamente el 80% de las personas consultan sus redes sociales en algún momento de su jornada laboral.
Todo esto sumado, genera unas pérdidas millonarias en el conjunto del tejido empresarial; y si bien ya hay compañías que están tomándose muy en serio la identificación de los sujetos que llevan a cabo estas malas prácticas, lo ideal sería apelar a la responsabilidad y profesionalidad de los propios empleados, con el fin de evitar “estados policiales” dentro del ámbito laboral.
