Los indicadores de crecimiento de España tras la crisis siempre han dado buenas noticias para nuestro país. Ese estado de bonanza económica tiene mucho que ver con la imagen de madurez y seguridad que España ha trasladado al exterior en los últimos años. Los mercados se complacían de los buenos resultados de las exportaciones, el aumento del turismo y la bajada del paro.
Esta tendencia se ha visto en parte truncada por el denominado «proces catalán». El Gobern de la Generalitat en su deriva independentista está dejando muchos cadáveres desde un punto de vista económico, no solo para su propia tierra, sino también para el resto de España.
La huida masiva de empresas catalanas, unida a una situación dantesca en las arcas de la comunidad autónoma, que vive desde hace meses de las aportaciones del fondo de compensación de la CCAA del Estado, han generado una situación de desconfianza muy grande. Como se sabe, la desconfianza es el principal enemigo del crecimiento económico.
La aplicación del articulo 155 ha supuesto un pequeño apuntalamiento de esa confianza perdida, pero está claro que hasta que no se celebren las nuevas elecciones no habrá un panorama de estabilidad y de normalidad institucional en Cataluña; eso siempre y cuando las mayorías sean favorables a los constitucionalistas, ya que de lo contrario, el problema se podría enquistar aun mas.