Todo el mundo ha volado alguna vez en una compañía de bajo coste, en ocasiones por el precio ( la mayoría de las veces ), y en otras por no haber otras alternativas para esa ruta. Lo cierto es que despiertan a partes iguales las mismas simpatías que detractores. Muchos son los que una vez se bajan del avión, juran no volver a volar con esa “low cost” nunca más, y al poco se ven subiéndose de nuevo en un avión de la misma compañía; y es que los precios son, en ocasiones, irresistibles. Pero conozcamos un poco más a este tipo de compañías, su seguridad y de dónde reducen sus costes para conseguir ofrecer viajes tan económicos sin perder dinero.
Nacieron como una alternativa para el viajero joven, acostumbrado a desplazarse en tren de forma barata. Mochileros que antes tenían muy difícil el acceso a los billetes a causa de los precios, y que ahora se ven volando por 25 € a sus destinos soñados.
Una de las dudas que surgen inmediatamente es la de imaginar de dónde se recortan los costes para poder ofertar estos precios… ¿ en la seguridad de las aeronaves ?
La respuesta es un categórico “ No ”. Las compañías de este tipo no reducen sus gastos operativos a costa de reducir la seguridad de sus aviones. De hecho, según la Asociación de Compañías Españolas de Transporte Aéreo (ACETA), guardan los mismos niveles de seguridad y exigencia que cualquier otra compañía, ya que estos niveles son estándar para todas las empresas del sector y los fija la Agencia de Seguridad Aérea.
Las razones de ser más económicas son otras. Las rutas son “punto a punto”, es decir, no ofrecen transbordos por lo que se ahorran los costes de desplazar las maletas de un avión a otro. Reducen el personal ya que no dan especial servicio en vuelo, salvo la venta de productos que les aporta beneficios extra; y ahorran costes en dietas, ya que sus rutas son de corto y medio alcance, con lo que sus tripulaciones no pernoctan. También usan aeropuertos pequeños y alejados de núcleos urbanos generalmente, con lo que encuentran “menos atascos” para aterrizar y ahorran combustible, además de pagar menos tasas. El tipo de aviones empleados son todos iguales, lo que le confiere ahorro en el mantenimiento de los mismos. Finalmente, y como suculento ingreso, reciben subvenciones de los gobiernos locales y regionales para atraer turismo a sus zonas, o en su defecto, para que no dejen de volar a sus aeropuertos.
En resumen, volar con una “low cost “ es igual de seguro que de incómodo.