Fotografía: Fernando Ruso ( El Español )
Cuando el policía local Juan Cadenas activó la sirena de su patrulla y comenzó a perseguir a toda velocidad el Golf de uno de los miembros de la violenta familia Venegas, conocidos en el pueblo de Puerto Serrano como “los Cachimbas”, sabía perfectamente de quien era ese vehículo. También sabía que llevaba ocho meses sin cobrar su nómina, y que podría haber mirado “para otro lado”… pero el ser policía se lleva en la sangre, no en la cartera. Decidió hacer su trabajo.
Y lo hizo a la perfección, ya que consiguió dar caza al delincuente. Jorge Venegas llevaba un buen rato poniendo en peligro con su coche la seguridad de los vecinos del pequeño pueblo de la provincia de Cádiz, haciendo trompos y saltándose el alto policial en un control. Posiblemente para Jorge era un juego de niños, total… a su familia se le conoce por delitos como tenencia y consumo de drogas, atentados a la autoridad, robos con violencia, malos tratos… esto no era «más que correr con el coche».
Juan llevó arrestado al detenido hasta las dependencias policiales, y solicitó apoyó una vez allí a la Guardia Civil. No llegó a tiempo. Al rato de entrar en comisaría, aparecieron los “Cachimbas” para rescatar a su familiar y devolverlo a su “hogar”, no sin antes reducir a otro compañero, procediendo a apalear, agredir y apuñalar con un cristal al policía que le había detenido. La venganza consistió en clavarle el cristal primero en un ojo, y luego en el cuello, muy cerca de la yugular. Solo la justicia divina hizo que esa punta del cristal se quedará a unos milímetros de mandarlo directamente a la tumba.
Lo peor de todo es que Juan pensó desde el principio en desenfundar su pistola para repeler la agresión, pero no lo hizo por miedo a las consecuencias penales que podría tener disparar contra unos civiles desarmados… si, así están las cosas en España. Los “Cachimbas” actuaron de la forma que lo hicieron porque sabían que pese a enfrentarse a un hombre armado, muy probablemente no usaría su arma contra ellos. Ahora Juan se arrepiente profundamente de no haber empuñado su pistola y haber apretado el gatillo contra sus agresores; y repite permanentemente a todo el que le pregunta : «En España, los policías estamos educados para llevar la pistola de adorno».
Este policía tuvo que salir corriendo de su comisaría, huyendo de sus agresores que le persiguieron hasta el coche patrulla, donde se consiguió montar y cerrar los pestillos. La familia Venegas quería rematarlo.
¿Se sienten indignados? Hay más…
En estos días, el Estado de Desderecho ha terminado de machacar la ya de por sí frágil moral del policía. Se le ha concedido a Juan tan solo el 55% de su sueldo como pensión. Se jugó la vida por defender a la gente de su pueblo y por hacer su trabajo, lo que le ha dejado incapacitado totalmente para ejercer su profesión. Ahora sufre lesiones físicas de por vida, y la compensación que le otorga el Estado es únicamente del 55% de su sueldo.
Pero como sabemos eso de que “en los pueblos todo se sabe” aún le quedaba por enterarse de lo peor. En paralelo a los hechos, su agresor había solicitado una pensión al Estado por un trastorno mixto de personalidad producto del consumo de drogas. Pues bien, al miembro de la familia de los “Cachimbas” se le ha concedido el 100% de la prestación.
Enhorabuena al Estado de Desderecho.