Enclave medieval que está considerado uno de lo más bellos del mundo, Patrimonio de la Humanidad declarado por la UNESCO en 1997, tras sus murallas se esconde rincones con verdadero encanto donde el tiempo parece haberse detenido.
Carcassone un lugar para soñar
Carcassonne se presenta con su ciudadela, el sabor del pasado se deja sentir desde el primer momento como si fuéramos parte del decorado de una película, la Cité restaurada en el siglo XIX, construida en la edad Media, sobre restos romanos, sobre restos prehistóricos, una suma de estratos, de culturas de gentes que han creado la Francia actual. Para entrar, se puede acceder por la Puerta Narbonesa o por la Puerta del Aude, podremos pasear por sus calles serpenteantes y contemplar de cerca sus torres, murallas, el imponente Castillo Condal o la Basílica Saint-Nazaire.
La ciudad se divide en dos partes bien diferenciadas: la Ciudadela o Cité (protegida por dobles murallas, que miden 3 kilómetros y tiene 52 torres), y la Bastida de San Luis, conectadas por el Puente Viejo. Conocer la Catedral de San Miguel, de estilo gótico, en ella destaca la torre de vigilancia y la muralla y la Iglesia de San Vicente que alberga un gran patrimonio en forma de pinturas, reliquias e impresionantes vidrieras. Su campanario octogonal es uno de los puntos más altos de la ciudad.
Navegar por el Canal du Midi, será toda una experiencia, uno de los canales navegables más antiguos europeos, con un recorrido de 260 kilómetros, obra del ingeniero Pierre-Paul Riquet y declarado por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad en 1996.
El sur de Francia invita a perderse entre viñedos, valles, montañas y pueblos con historia y mucho encanto como Albi, Beziers, Lastours, Saissac, Mirepoix o Caunes-Minervois.
Una mezcla de paisajes convierte a Carcassone y sus alrededores una zona muy idílica que ofrece posibilidades para todos los viajeros.
